Bandeja de salida
La disputa de Spotify muestra por qué Joe Rogan y su podcast son importantes
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Sabes que un tema pasó a ser mainstream cuando el Príncipe Harry y Meghan Markle lo consideran digno de una declaración. El duque y la duquesa de Sussex, que en 2020 firmaron un acuerdo con Spotify estimado en US$ 25 millones, “rompieron el silencio” en la disputa de la plataforma de transmisión por el podcast de Joe Rogan, para expresar su preocupación por las “consecuencias demasiado reales de la desinformación del Covid-19”.
Rogan también ha roto el suyo. El presentador del podcast acudió a Instagram para publicar un video de 10 minutos, que se ha visto más de 7 millones de veces. Se disculpa por haber molestado a alguien en los dos episodios de su programa que han causado la mayor controversia, y en ambos aparecen científicos que expresan opiniones críticas sobre las vacunas contra el Covid.
Él dice que intentará hacer las cosas mejor, por ejemplo, agregando descargos de responsabilidad en episodios que incluyen opiniones científicas controvertidas, o siguiendo estos episodios con puntos de vista opuestos.
“Solo soy una persona que se sienta y habla con la gente”, dice Rogan a la cámara. “¿Me equivoco? Absolutamente... pero siempre que me sale algo mal, trato de corregirlo porque me interesa descubrir cuál es la verdad”. Agregó: “No estoy interesado en hablar solo con personas que tienen una perspectiva”. Finalizó agradeciendo a “los haters”, porque tener gente así “te hace reevaluar lo que estás haciendo y poner las cosas en perspectiva, y eso también es bueno”.
El contraste entre la vaga señal de virtud de la declaración de los Sussex y la respuesta comprometida de Rogan -que parecía auténtica, humilde y escrutadora- muestra por qué su programa se ha convertido en el podcast más popular de Spotify. Con un estimado de 11 millones de oyentes por episodio, el comediante y comentarista de artes marciales mixtas de 54 años debe ser considerado una de las figuras mediáticas más influyentes del mundo.
Con ese poder viene la responsabilidad moral e intelectual y Rogan no siempre parece totalmente consciente de ello. Quizás no fue lo suficientemente consciente del impacto potencial en sus fanáticos, principalmente jóvenes, cuando declaró casualmente que si un joven de 21 años saludable le preguntaba si debía vacunarse, él les diría que no.
A veces también se equivoca en los hechos, a pesar de afirmarlos con confianza. Pero cuando está equivocado, lo admite.
Uno no debería imaginar que si Rogan fuera “cancelado”, nos libraríamos de cualquiera que quiera perseguir ideas que van contra la corriente. Tampoco deberíamos querer un mundo así. Como señala Rogan en su video, algunas cosas que alguna vez se descartaron, como la teoría de la fuga de laboratorio de los orígenes del Covid-19, ahora se consideran plausibles.
Las teorías de la conspiración no surgieron con la llegada de los podcasts o Internet: las encuestas de Gallup sugieren que en 1976, el 81% de los estadounidenses creía que había habido una conspiración para matar a John F. Kennedy.
Seguramente es más saludable, entonces, tener a alguien como Rogan dispuesto a discutir opiniones controvertidas con quienes las sostienen, que confinar a estas personas a un rincón de Internet donde son menos visibles pero también menos fáciles de corregir cuando están equivocados.
Eso es aparte del hecho de que sería completamente ineficaz para Spotify expulsar a Rogan. La idea de que la empresa le da una plataforma de la que de otro modo carecería es fantasiosa. Cuando, según los informes, Spotify pagó más de US$ 100 millones por los derechos exclusivos del podcast de Rogan en 2020, fue para beneficiarse de la plataforma que ya tenía.
Le dije a un amigo que podría escribir sobre Rogan en mi columna esta semana. La respuesta que obtuve fue “¡Oh, Dios!” y una mueca, seguida rápidamente por una confesión de que en realidad nunca había escuchado su podcast. La verdad es que muchas de las personas que critican a Rogan tampoco lo han hecho.
Si lo hubieran hecho, sabrían que el presentador es un anfitrión de mente abierta que busca todo tipo de opiniones en lugar de seguir ciegamente las de una tribu en particular, y que parece genuinamente interesado en buscar la verdad. Joe Rogan no necesita Spotify, pero Spotify lo necesita a él; tal vez todos lo hacemos.